viernes, 17 de mayo de 2013

Innovación: El Sabor de la Singularidad

He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.               Antoine de Saint-Exupéry

El clavo y el cuadro

Un chamán, en presencia de su discípulo, toma un clavo, lo clava en la pared y cuelga un cuadro. Luego se dirige al pupilo y a modo de koan le pregunta: ¿Qué sostiene qué? ¿El clavo sostiene el cuadro o el cuadro sostiene al clavo?  
La repuesta parece obvia;  es el clavo que sujeta el cuadro. Por supuesto.  En lo real, en el mundo de la materia, el clavo sostiene el cuadro. En cambio, la respuesta pertinente  es… ambas: El clavo sostiene el cuadro  y ¡el cuadro sostiene el clavo! ya que  el clavo fue clavado en la pared porque alguien decidió colgar un cuadro. Por lo tanto el clavo es efecto y no causa de la acción de colgar el cuadro.
Cuando  la mirada que comprende, trasciende el  ojo que vé, el mundo psíquico se deduce  formado por una unidad  que superpone  lo  real (cuadro que cuelga del clavo), lo simbólico (clavo que “cuelga” del cuadro) y lo imaginario (los dos mundos que se unen especularmente en el chamán); tres registros que, tal y como explica Jaques Lacan, se hallan imbricados según la forma de nudo borromeo donde el desanudamiento de cualquiera de los tres ejes provoca el desanudamiento de los otros dos. (Fig.1)
Fig 1

El pensar velado

La historia del cuadro y del clavo nos aproxima al ámbito sutil del pensar: al pensar velado; la palabra que sale al mundo y se expresa tiene en su origen una cualidad del pensar. Lo real (palabra) está siempre atravesado por lo simbólico (significación subjetiva). Por lo tanto la realidad es, en primera instancia,  simbólica, porque hay un sustrato que la determina. En un ejemplo, una persona prefiere comer pescado todos los días porque eso le recuerda al amor y sensación de protección que tenía cuando era niño. Lo simbólico obliga la dirección de nuestro pensamiento (consciente/inconsciente) y por lo tanto de nuestro hacer.
Jose Luis Sampedro lo constataba así en una de sus últimas entrevistas: “El hombre no necesita libertad de expresión, sino libertad de pensamiento”. El hombre ha permitido –por supuesto inconscientemente-,  el secuestro de su pensamiento propio y, obviamente, sin libertad de pensamiento no hay un libre hacer sino tan sólo una suerte de ilusión de libre actuar. Para que haya libertad de hacer, primero se requiere libertad de pensar.
Imagínese por un momento sentado en un café cualquiera  escuchando la conversación de la mesa contigua y en esas fracciones de la tertulia  que va percibiendo observa con oído atento como queda desdibujado  el espacio personal porque no habla el individuo, sino “hablan” las opiniones de su partido político, o los  titulares de los diarios, o construcciones y cliches culturales, ... Parece por tanto, que,  en una mirada más sutil, más allá del “mundo material” de la expresión, hubiera dos niveles del pensar: el pensar social y el pensar individual.
Emmanuel Levinas y Rudolph Steiner hablan de la destrucción de la individualidad cuando aquella no encuentra un espacio de expresión del pensar propio. Ese espacio se abre al reservar un ambito de intimidad que permite  desplegar el propio discernimiento. Para acceder a ese pensar personal es imprescindible separarse en algunos momentos de lo social; es forzoso encontrar un espacio en el cual me concentro plenamente  en mi interior, en palabras de  Levinas, un espacio “antisocial” – (“antisocial”  no como categoría moral, sino como gesto anímico de interiorización). Por lo tanto, para que el individuo  pueda encontrar sus propios pensamientos, y pueda construir su propia individualidad que le llevará a un hacer propio,  tiene que, forzosamente,  retirarse puntualmente  del discurso colectivo.

Escucha permanente

Lo interesante de este planteamiento es que este espacio individual se destruye si mantenemos a los individuos en la escucha permanente: si obligamos a alguien a una escucha continua destruimos su libertad porque libertad en su sentido más radical significa “hago lo mío” y no puedo “hacer lo mío” si no “pienso lo mío”.
Así opera la propaganda de los regímenes totalitarios;  se crea un ambiente que obliga a una escucha constante de la ideología oportuna –con impactos visible en las calles, o con música continua (radios que no se podían apagar, etc.)- y, así, imposibilita ese espacio del pensar propio. Con impactos continuos de impresiones, por  un lado y,  por otro, ocultando micrófonos en las casas para evitar cualquier espacio de expresión propia,  poco a poco esas fuerzas de manifestación de la propia identidad se van arrinconando para provocar su extinción. Cuando no hay espacio para el pensar propio, no hay individuación.
Esta operativa de los regímenes totalitarios ha sido superada completamente por la sociedad de consumo, donde, en el exterior,  la población permanece  continuamente impactada por impresiones publicitarias, noticias, etc…, y en el interior sometida a la dictadura de la televisión. (Noticia del 1.4.2013 Europa Press: El consumo de televisión alcanza un nuevo récord: Los españoles se sientan frente al televisor una media de 4 horas y 22 minutos al día!!!).
 Ver la televisión no requiere una gran activación y así, conectados a una información que consumimos pasivamente, al poco tiempo tampoco recordamos lo visto – ante todo programas de escasa profundidad y valor- a la vez que genera una falsa saturación que alimenta nuestra adicción al medio. (Fast food for the mind – síndrome de la comida rápida: estoy saciado pero sigo hambriento).

La consciencia dormida

¿Hoy en día de cuánto espacio disponemos para pensar lo propio? ¿Cuánto tiempo empleamos para consumir información y cuánto para pensar lo nuestro? ¿Cuánto tiempo disponemos para meditar (=ir al medio) y viajar hacia nuestro centro? ¿Cuánto espacio ofrecen las organizaciones para el despliegue del pensar propio?  
Si no hay espacio propio, la individualidad se disuelve porque la consciencia no permanece en nosotros. Estamos más en el otro que en nosotros mismos. Ser social significa, en cierto modo, dormirse un poco en la consciencia del otro. Dejamos de pensar lo nuestro  y  desplazamos nuestra consciencia para entrar en la consciencia del otro.

El valor de la singularidad

Para atravesar los grandes retos de nuestro mundo actual, las empresas tratan de superar los viejos paradigmas y encontrar “lo nuevo”: innovar. Según Theodor Levitt, creatividad significa pensar cosas nuevas e innovación significa hacer cosas nuevas. Y esta innovación tiene tanto más valor cuanta mayor singularidad contenga: evidentemente el IPAD MINI tiene menos “carga innovadora” y por lo tanto menos valor que el primer IPAD  que Apple lanzó al mercado. En niveles agregados las empresas buscan “océanos azules”, metáfora que describe la necesidad de abandonar la lucha por arrebatar cuotas de mercado  a los competidores y, en cambio, centrarse en   encontrar nuevos espacios de negocio a través de la innovación y los ajustes de las curvas de valor de los negocios.
Para fomentar el “descubrir lo nuevo”,  las empresas y especialmente los líderes organizativos deberían nutrir adecuadamente los espacios en las organizaciones para provocar la singularidad. Tanto es así que Google y la NASA lanzaron en 2009 la Universidad de la Singularidad (www.singularity-university.org) en Silicon Valley, lugar que, en palabras de uno de sus fundadores Ray Kurzweil, estará preparado para acoger a los líderes que crearán un creativo y único mundo del futuro.
Ahora bien, la creatividad, la antesala de la innovación, requiere un pensamiento libre que no haya sido secuestrado por el hábito cultural y organizativo, tal y como he descrito a lo largo del artículo. Así, las organizaciones debieran crear un “entorno de mestizaje” con libertad de pensamiento integrado por personas singulares y cualificadas, con capacidades de desestructuración pero lógicas, osadas pero sensatas, creativas pero realistas, y con un nivel incondicional para aceptar la mirada innovadora del otro (!!!!)…de esta manera se crean nuevos puentes entre mundos diversos que permiten desplegar emergentes con alto valor de innovación.  Como dirían los creadores de Lego Serious Play, hay que crear un espacio dónde los empleados "construyen, conviven, convencen, comparten…y se divierten”.
Hay que empezar a comprender algo tan obvio como que el mundo denso proviene de lo sutil para entender la génesis de la innovación –espacio donde se correlacionan el mundo de las posibilidades y las emociones elevadas- (Fig2), y los líderes del futuro deben empezar a comprender en profundidad los entresijos de la psicología del ser humano para apoyar la liberación de los tejidos de la creatividad.
(Fig 2)
En cierto modo, estos nuevos líderes deben reconocer las perspectivas del “múltiple  fondo” del mundo (real-simbólico-imaginario) donde, por ejemplo,  los productos y servicios del mercado no son sino estrategias para satisfacer necesidades humanas, o comprender que las empresas son sistemas complejos que entraman su actividad en un mundo global e  interrelacionado cuyo intercambio genera emergentes que denotan fugas o ganancias, o deducir la existencia de fractales que ordenan un caos aparente y cuya identificación y ajuste permite dibujar un nuevo fluir empresarial, etc…en definitiva, llegar a leer el reverso del mundo dónde  “el clavo cuelga del cuadro”.
La innovación ocupa el ámbito de lo sutil, situándonos más cerca del modelo cuántico que del newtoniano,  y, por tanto, ya no necesitamos en las compañías tantas funciones ordenadoras -ni gestores, ni guías-,  sino líderes de apoyo (supportive leadership) que faciliten la liberación de los velos que atan las mentes del empleado y permitan desplegar su creatividad. Las compañías que sigan empeñadas en buscar la innovación en el mundo denso fomentando estructuras organizativas “newtonianas” tenderán a desaparecer porque no desarrollarán las capacidades para encontrar lo nuevo; la verdadera competencia ya no se da en las industrias tradicionales de escala intensiva, sino en industrias no tradicionales de imaginación intensiva; la prueba está en el paradigma Google…
Para concluir,  se necesitan líderes que, emulando a  Sócrates,  sepan situarse junto con los empleados a modo de  “solo sé que no se nada”. Esto es saber del saber. Esto es creación de puro espacio de vida, veneración y respeto. Pura consciencia de maestro de maestros. Puro permiso para ser y desplegar la Singularidad.

 


domingo, 31 de marzo de 2013

El Otro Camino

El inicio es la mitad de todo
Pitágoras

El Mito de la Caverna


En el interior de una caverna se encuentran, desde su nacimiento, unos prisioneros encadenados de cuello y piernas y que sólo pueden mirar hacia la pared del fondo de su morada; detrás de ellos una hoguera, y entre ésta y aquellos personajes, un camino escarpado, a lo largo del cual se yergue un muro de cierta altura. Por el camino pasan unos hombres con toda clase de objetos que asoman por encima de la tapia y cuyas sombras son proyectadas al fondo de la caverna gracias a la luz que refleja la fogata. Aquellas sombras proyectadas son lo único que han visto los prisioneros a lo largo de toda su vida.

En cierta ocasión uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y sale de la caverna a la luz del día, descubriendo por primera vez el mundo tal y como es. Deslumbrado por tanta claridad, inicialmente no llega a distinguir lo verdadero de lo que creía verdadero. Pero atravesando su ceguera mediante el uso de la razón, logra, finalmente, atravesar el velo del sueño y discernir el correlato entre sombra y su correspondiente objeto origen de la proyección; comienza a discernir entre la idea del mundo que ha ido configurando a lo largo de su vida y “el mundo que realmente es”. Por primera vez el hombre, objetivando el mundo mediante la razón,  trasciende su propia subjetividad, convirtiéndose, literalmente,  en sujeto. (Solo es libre quien es capaz de erguirse como sujeto).
Feliz con su hallazgo, el prisionero liberado vuelve al encuentro de sus antiguos compañeros para anunciarles que la realidad, el mundo real, está en el exterior, fuera de la caverna, y lo que ven no son sino sombras proyectadas. Ante tal relato aquellos reaccionan burlándose; piensan que la luz del día le ha cegado y por eso sufre tales delirios. Empeñado en mostrar el equívoco de aquellos, el hombre liberado trata de despojar a los prisioneros de sus cadenas para que el encuentro con la experiencia directa muestre su error; pero aquellos se resisten, negándose ferozmente a salir de la caverna e incluso, ante su insistencia, amenazan con matarle.

La construcción de la caverna

Vivimos una media de 80 años. Entre los cero y los siete años construimos nuestra propia caverna, nuestra cárcel, en cuyo fondo proyectamos nuestra idea del mundo. Es la cárcel del YO -  ego, carácter, personalidad- y que constituye el origen de nuestros límites y limitaciones…origen de todo nuestro sufrimiento. A lo largo de la vida vamos desarrollando y fijando hábitos a partir de aquellas creencias y emociones originarias - hábitos mentales, hábitos emocionales, hábitos corporales- hasta acabar “habitando esos hábitos”….hasta acabar habitando nuestra particular celda. Un hábito, en cierto sentido, es “simplemente” una adicción (reacción bioquímica del cuerpo), puesto que es “algo que no podemos dejar de hacer”.

Nuestra caverna se va conformando creando patrones neuronales que organizan nuestra memoria con el fin de  reaccionar rápida y automáticamente a los acontecimientos del entorno:
Todas nuestras experiencias con personas, objetos y lugares quedan impresas en nuestras redes neuronales, conformando “clusters” de impresiones, que constituyen nuestra mente. Luego entonces, día tras día, viendo las mismas personas, haciendo lo mismo de siempre, yendo a los mismos lugares, contemplando los mismos entornos y objetos,… los recuerdos memorizados disparan los mismos circuitos de respuesta ante el encuentro con lo familiar; reaccionamos, por lo tanto, con nuestros recuerdos, con nuestro pasado y, así, repetimos compulsivamente, una y otra vez, la misma realidad. Nos instalamos una y otra vez en nuestro pasado. El entorno activa nuestro pensamiento y lo externo se introyecta y mueve, así, lo interno; el hombre, (tele)dirigido por estímulos externos,  se transforma en autómata y el mundo se convierte en su caverna.

Es absolutamente necesario remarcar en este punto que un niño, especialmente en el primer septenio, desarrolle hábitos y ritmos vitales sanos, porque forjan su voluntad y sientan las bases de su futura identidad. En cambio, es el adulto quien debe liberarse de viejos hábitos y crear renovados contextos vitales.       

La ceguera


Los prisioneros en la caverna de Platón permanecen en ella porque no quieren morir a su instalada visión del mundo, no quieren morir a la repetición compulsiva (repetición tanática) en  sus vidas, no quieren, en definitiva, atravesar el límite del YO, extinguiendo su existencia entre los bastidores de sus sombras. Evitando morir, mueren, porque perecen a algo más trascendental: mueren a “quienes son”. Y no lo saben. Esta es su ceguera… porque evitar morir es morir, pero de “otra forma”. Al puro estilo de Edipo, quién, para evitar su destino huye para encontrarse con él: mata a su padre y se casa con su madre; o el mercader de Bagdad quien huye de la muerte para, en su movimiento a Samarra, correr directamente a sus brazos; o el rey que encierra a su hijo en un torreón para evitar que sea devorado por un tigre y lo lleva, consecuentemente, a una muerte, aunque distinta a la imaginada.

El otro camino

La caverna, la ceguera, el engaño, el aparente capricho del destino… son los pilares del devenir humano, los pilares del destino del YO.
Nuestro devenir está condicionado por quienes somos y, por tanto, nuestro destino depende del origen: “¿Quién mueve tu lengua cuando hablas?” preguntaba recurrentemente Buda al unirse un nuevo discípulo;  “Ojalá llegues a ser quien eres”, recordaba Píndaro, y el Tao Te King concluye “sabio es quien se conoce a sí mismo y poderoso quien se vence a sí mismo”. Todos ellos refieren a lo mismo: hay un YO, un alter ego que se va instalando en nosotros y usurpa nuestra identidad conduciéndonos por caminos alternativos.
Nuestra tarea como adultos,  si queremos “tomar” plenamente nuestra vida, consiste en atravesar nuestras “adicciones”, nuestros hábitos, y, ante todo, el mayor de todos ellos, el hábito/adicción a ser uno mismo; tomar el otro camino en vez del camino del otro. Y para ello hay que atravesar el círculo de baba del YO. Esta es nuestra gran tarea de vida; vencer al dragón como lo venció San Jorge, vencer al minotauro como lo hizo Teseo; derrocar límites y  ataduras traspasando los miedos para conquistar “el alma”.

La Salida

Cambiar significa atravesar los límites del YO; responder más allá de las condiciones del entono, del cuerpo (de los condicionamientos bioquímicos que se instalan en el cuerpo –los hábitos-adicciones) y del tiempo. Más allá del tiempo, en este contexto, significa apropiarse del lapso que transcurre entre estímulo y respuesta…y “adueñarse” de la réplica para dirigir conscientemente la respuesta.
De esta manera atravesamos los hábitos instalados, nuestros reflejos automáticos, y construimos una nueva mente. Y, así,  dando una respuesta interna diferente, transformamos nuestra vida.
Por ello, al inicio de este viaje, incluso antes que la voluntad –para muchos la última guarida de la libertad del hombre-,  está la atención.  La atención es previa a todo movimiento. La atención permite iniciar o parar un movimiento. Neurológicamente se sabe que el lóbulo frontal es el director de nuestro pensamiento - ocupa el 40% de nuestro cerebro- y determina nuestro comportamiento. Es el que dirige nuestra  intención, nuestro propósito y se desarrolla a través del ejercicio de la atención. Cuando enfocamos en algo, ponemos luz, dirigimos la atención; en la tradición oriental, la atención constituye el eje central de las técnicas de meditación, vía para el desarrollo de la consciencia, antesala de la iluminación. (Se ha demostrado que las técnicas de meditación desarrollan, precisamente, el lóbulo frontal).
La atención es, en definitiva,  la puerta de entrada para el desarrollo de la voluntad que permite traspasar los hábitos -vencer al hombre automático, al YO- y, así,  salir a la luz del día del fondo de nuestra caverna.
Goethe y más adelante Rudolph Steiner en su pedagogía,  hacen referencia a la necesidad de desarrollar las fuerzas de la atención, especialmente en los niños.  Steiner describe como estas fuerzas son las que permiten dirigir la voluntad en función de nuestros estímulos internos y no ser, permanentemente,  secuestrados por estímulos exteriores. Por lo tanto son estas fuerzas que permiten sentar las bases de la libertad auténtica, de la identidad libre. Y tal fue su significado para Goethe, cuyas palabras antes de morir fueron: “Luz, más Luz”… atención, más atención… el inicio para la conquista del hombre libre.





Sócrates y La Ventana de Johari

Vi al ángel en el mármol y tallé hasta que lo dejé en libertad (Miguel Angel Buonarroti)                                                                                                                                                 

Sócrates

"Cambiaría toda la tecnología del mundo por una tarde con Sócrates". El autor de esta peculiar propuesta: Steve Jobs. El rey de la tecnología dispuesto a canjear la sustancia que edificó su imperio por una tarde con el mayor filósofo de todos los tiempos.
¿Qué Grial esperaba hallar Steve Jobs en su encuentro con Sócrates? 
Tal vez, la respuesta pertenezca a los confines de otra de sus populares afirmaciones: “Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior".
Lo que propiamente constituye la enseñanza socrática es el aprendizaje de un método para hallar la verdad, aquella que es universal, en tanto que obedece al encuentro con el “sentido de la Verdad” y cuya expresión singular contiene, inevitablemente,  notaciones propias a cada sujeto. Sócrates seguía la máxima "conócete a ti mismo" inscrita en el frontón del templo de Delfos, actuando a través de la mayéutica, arte de llevar a sus interlocutores a dar por si mismos con su propia verdad. Por lo tanto,  en sus dialécticas, más que transmitir su parecer, instaba a sus discípulos a indagar por sí mismos y que, con sus propias reflexiones, disquisiciones y conclusiones, aprendieran a encontrar -a través de la investigación, discernimiento, lógica y contra-lógica-, la fuente de su propia Verdad…
El viaje que, en el fondo, propone Sócrates, es el viaje de la autodeterminación y emancipación radical del hombre; aquel capaz de engendrar un pensamiento libre y en férrea determinación para no abandonar el sendero propio…como decía Jobs “…no dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior”.

Steve Jobs

Jobs fue un buscador. Un buscador cuyo camino fue la tecnología entrelazada con la perseverante obsesión por desvelar lo inefable: los deseos ocultos de los consumidores  (“los clientes no saben lo que quieren hasta que se lo enseñas”); revelando a modo de mago iniciático el germen de la creación de nuevos mercados y cuya razón radica en los lugares más recónditos de la mente inconsciente. Mientras otros buscan clientes, Jobs busca deseos; infalible cantera de los “océanos azules”.
 Steve Jobs, inmerso en ese permanente afán de búsqueda profunda, en ese viaje interior, en esa voluntad iniciática de “conocer el nombre de Dios”, señala a Sócrates quien, de facto, con su “tecnología”, logra revelar el “saber no sabido” de sus conciudadanos: aquello que yace en el fondo oscuro del inconsciente, y quiere ser despertado y nombrado para que pueda ver la luz y formar parte activa del mundo consciente. Tal y como expresaba C.G. Jung, “todo lo que permanece en el inconsciente deviene en destino”, limitando, así, el marco del libre albedrío del hombre. En este sentido Jobs y Sócrates son almas gemelas que andan caminos equivalentes: la voluntad de revelar lo oculto y liberar nuevas capacidades.

Innovación 

Hoy en día muchas empresas han comprendido que la supervivencia, el liderazgo y la rentabilidad están muy vinculados a la capacidad de innovación real. Los empresarios, más que nunca, desean conocer ese “nombre de Dios”, la fórmula alquímica generadora de innovaciones disruptivas, capaz de crear océanos azules y abrir brecha en nueva y fértil tierra mercantil. Hay quien sigue buscando en lugares cuyos límites se agotaron hace tiempo…mientras otros se dan cuenta que han cambiado paradigmas y se requieren nuevas preguntas; se dan cuenta que la cadena de valor de Porter ha caducado y ahora, con un mercado con nuevos comportamientos emergentes, tecnologías emergentes y modelos de negocio emergentes, un espacio mercantil virgen espera y late en potencia esperando a ser des-cubierto y conquistado.
El gran reto de las compañías consiste en captar los puntos ciegos e inconscientes de los mercados, a modo que hizo Jobs, derribando paradigmas y reestructurando el mundo y la forma en que consumimos información y contenidos digitales, gracias a dispositivos como el iPod, el iPhone, y el iPad. Específicamente, con el lanzamiento del iPod y con la creación de la tienda digital iTunes, Apple logró revolucionar y orientar toda la industria musical, inestable desde las turbulencias generadas por Napster.
La Ventana de Johari, poderosa herramienta utilizada en el ámbito de la psicología clínica, ilustra y amplifica con claridad este contexto. 

Ventana de Johari

La Ventana Johari es una matriz de autoconocimiento cuyas áreas son resultado de combinaciones entre cuatro variables principales: dos primarias e invariables - el YO y LOS OTROS - y distintas intensidades de un continuo cuyos extremos son el SABER y el NO SABER. Se logra un sinnúmero de combinaciones por la flexibilidad de los dos ejes de la Ventana (el vertical y el horizontal) que permite crear áreas (ventanas) de diferentes formas y tamaños.
Los ejes dos ejes de la ventana (horizontal y vertical), en la medida que se desplazan, ajustándose a cada contexto, reflejan particulares situaciones de autoconocimiento y muestran el espacio y potencial de crecimiento, permitiendo tomar conciencia, desarrollar aspectos específicos y ejecutar los cambios necesarios posteriores para un avance y equilibrio personal. Por otro lado, Johari, implícitamente, muestra que nuestro crecimiento requiere la interacción con “otros(s)”. (Es imposible crecer en una situación de soledad permanente).
Área pública o libre: (yo sé - los otros saben) área de libre conciencia y voluntaria interacción y comunicación                                                                                                                                                            Área ciega:  (yo no sé - los otros saben) área eventualmente intuida pero no completamente consciente y que es involuntariamente compartida con los demás. El otro ve lo que yo no veo.  Área oculta o secreta: (yo sé - los otros no saben) área conscientemente cerrada a los demás.   Área inconsciente o desconocida: (yo no sé - los otros no saben) área desconocida y/o no percibida por uno mismo y los demás
(Fig 1)
(Fig 1)

Si este diagrama lo enmarcamos en el contexto empresarial, los espacios de innovación estarían ubicados en el área ciega y, ante todo, en el área desconocida/inconsciente. Cada mercado, cada empresa y cada situación presentarán diferentes “tamaños” de las ventanas; distinta amplitud en su disposición para absorber capacidad innovadora.
El área desconocida/inconsciente contiene “el saber no sabido” de los mercados; contiene la innovación disruptiva que late en potencia en el fondo de los mercados. Ahora, las empresas, a través de metodologías determinadas, tienen la posibilidad de aplicar “tecnología Socrática” a la “ventana del Inconsciente”, para que, a través de esa “mayéutica”, se pueda liberar la expresión de “lo nuevo”.

Viaje

La actividad y la vida de Sócrates se desarrollaba en la plaza pública…hoy la innovación hay que trasladarla a esa “plaza pública”, atravesando reinos de taifas estancos, para crear una empresa abierta en su interior con definitiva capacidad innovadora.
Steve Jobs fomentó la diversidad, democratizó la innovación en su compañía –mestizaje, mezcla y experimentación-, porque sabía que la variedad y heterogeneidad atrae y crea nuevos colores para dibujar un nuevo mundo. Facilitó y colocó en el centro, al igual que otras empresas como Google o IDEO, el pulso innovador al servicio del proyecto empresarial, al servicio del bien común, atravesando estructuras de empresa tradicionales. 
La innovación es proceso, creación…es devenir… es viaje que jamás concluye si se decide permanecer en él… pasa por el medio de la vida, atravesando, literalmente, el límite de la sustantivación del pensamiento categórico que tanto ha marcado nuestra educación y que permanece enquistado en un mundo estático de ideas, categorías y resultados como máxima aspiración…ir y volver, inocente, vacío de saber -como repetía Sócrates-, poniendo la atención al servicio de la observación –como señalaba Goethe-…. para llegar, finalmente, al puerto  de la creación: “quiero poner un “ding” en el universo”, en expresión de Jobs.

Epílogo

Queda, finalmente, despejar la cuestión inicial: La propuesta de Jobs para reunirse con Sócrates a cambio de “toda la tecnología del mundo”.
Steve Jobs decía, "Yo pienso que si tú haces algo y resulta bastante bueno, entonces deberías de hacer algo más grandioso, no pienses en ello por mucho tiempo. Sólo imagina qué es lo que viene". Esta es la cuestión central:
¿Qué es “lo que viene” después de haber sido incuestionable visionario que supo atravesar paradigmas y revolucionar la forma de entender la tecnología y nuestra relación con ella? 
Quizás lo que tocaba ahora en el mundo de Jobs estaba más allá de la tecnología. Llega un momento en  la vida en que reconocemos el patrón de nuestra voluntad manifestada en nuestras acciones; en la huella de ese proceso queda impresa la metáfora de nuestra búsqueda personal. Hasta ese momento Jobs había puesto toda su voluntad en abrir las “ventanas ocultas” del mercado…quizás ahora tocaba verse a sí mismo con mayor profundidad, encontrar sus propios espacios ciegos e inconscientes hacia el encuentro de su propio sentido de vida. Y para ello, para ampliar su propia consciencia, tal y como se deriva de Johari, se requiere la ayuda de “otro”, de un maestro que sepa mantenerse al margen, al estilo de Sócrates, quien es capaz, con la guía de su mayéutica, hacer que emerja la Propia Verdad.






martes, 25 de septiembre de 2012

Ontología del Rescate

 Si algún día tienes que elegir entre el mundo y el amor, recuerda: si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor conquistarás el mundo
 Albert Einstein

I.
La Comisión Europea subrayó recientemente y públicamente que «la situación de España en materia de Educación es muy preocupante», debido a que tiene uno de los niveles más elevados de fracaso escolar (28,4%) de la Unión Europea (UE) y esto conduce a la tasa más elevada de paro juvenil (48,7%) de los Veintisiete. La media europea de abandono escolar prematuro se queda en el 14,1% y la tasa de paro juvenil de la UE se sitúa en el 22,1%, menos de la mitad en ambos casos de los porcentajes españoles.
II.
El FMI  prevé que la economía española retroceda en 2013 un 0,6%, frente al mínimo crecimiento del 0,1% con que contaba antes. Este desplome es el mayor de las grandes economías y de signo contrario al crecimiento calculado para la UE (1%). El organismo considera que España e Italia son las principales amenazas para la economía mundial e insta al BCE a comprar deuda.
Con ese retroceso del 0,6% previsto para el próximo año, la economía española será la que tenga el año próximo la peor evolución de todo el mundo entre los grandes países.

Parece que ambos apartados mantienen cierta correlación y, cierto es, que la educación juega un papel fundamental en el crecimiento económico de un país; múltiples estudios confirman que un aumento de la inversión en educación repercute positivamente en el ritmo de expansión de la economía.
Aquí en España, en nuestra presente historia, con la mirada colectiva puesta en el rescate, parece que somos incapaces de encontrar remedio a una situación que, lejos de mejorar, se deteriora a pasos agigantados. Esperamos a Godot. Esperamos que “el otro” al fin se compadezca y decida salvarnos. Y, así, entre espera y espera pasamos otro verano, contando los días y esperando encontrarnos con la panacea en los diarios: los 100.000 millones que nos liberen de nuestro –cada día más precario- devenir.  
Analicemos esta situación:
Un borracho busca desesperadamente algo bajo una farola. En ese momento se le acerca un policía y le pregunta qué ha perdido. El hombre responde: “Mi llave de casa”. Ambos se dedican con afán a buscarla. Cansado de no obtener resultados, el policía pregunta al hombre si está seguro de haber perdido la llave allí mismo, ante lo cual contesta: “No, aquí no, sino allí detrás, en el callejón…pero allí está demasiado oscuro.”
Una lógica paradójica que provoca la risa: una verdad (busco donde hay luz) negada por una realidad más profunda (las llaves no están allí); buscamos la solución a nuestra crisis donde tenemos luz –donde reconocemos el síntoma - pero desatendemos su verdadera causa. Parece que buscamos soluciones excesivamente lineales a problemas complejos que requieren soluciones holísticas.
Richard Farson, en su libro “Administración de lo Absurdo” distingue entre problemas y predicamentos: los problemas son lineales y siempre tienen solución precisa mientras que los predicamentos no tienen respuestas unívocas y requieren la consideración simultánea de múltiples planos. A modo de ejemplo, la erradicación de la malaria en la selva amazónica es un predicamento. Si tratamos el problema con una aproximación lineal –por ejemplo la fumigación de determinadas áreas – resulta que incidimos en toda la cadena alimenticia: los mosquitos envenenados caen en los ríos, consecuentemente mueren los peces, a consecuencia enferman los pájaros y, finalmente, la enfermedad pasa al hombre. Conclusión: La erradicación de la malaria en la selva amazónica no es un problema, es un predicamento.
Esto también se ve claramente en el funcionamiento de las empresas:
La mayoría de los empleados de una empresa son expertos en la solución de problemas. Evalúan una situación, la descomponen en sus elementos y después abordan cada uno de los componentes. Sin embargo, cuando ascienden y se convierten en gerentes o directivos, tienen que tratar cada vez más con predicamentos y menos con problemas. Los mejores ejecutivos descubren muy pronto que el pensamiento puramente analítico es inadecuado.
Los predicamentos requieren pensamiento interpretativo. Lidiar con un predicamento exige la capacidad de colocar las situaciones dentro de un marco más amplio, comprenderla en sus múltiples contextos, apreciar sus causas y consecuencias más profundas y lidiar con las paradojas. Los predicamentos requieren resolución simultánea en distintos planos de profundidad. Cuando tratamos de resolver predicamentos con la lógica lineal de los problemas, las soluciones se vuelven absurdas.
Analicemos las estrategias de solución para la educación:  
Hace apenas unas semanas, mi amigo Paco –informático de profesión-, y que recientemente tuvo un hijo, compartió conmigo  su inquietud de, cuanto antes, confrontar a su nuevo vástago con el mundo de las nuevas tecnologías para favorecer la estimulación temprana de sus “aptitudes digitales”.
Parece ser que desde la cosmovisión de Paco la competitividad en un mundo tecnológico solo se alcanza alimentando tempranamente al niño con impresiones tecnológicas.
En contraste con la apreciación de mi amigo Paco, apareció una publicación en el New York Times sobre los colegios Waldorf y su filosofía de prescindir de la tecnología en su pedagogía (al menos en los cursos de primaria y , evidentemente, infantil) con el paradójico caso de su centro ubicado en Silicon Valley, al que muchos padres de empresas del sector (Google, eBay, Apple etc...) envían sus hijos; en estas escuelas la enseñanza es una experiencia "humana" y la tecnología es una distracción que no ayuda ni en la aritmética, ni en la escritura ni el fomento del pensamiento crítico.
Esta escuela Waldorf obtiene unos resultados sobresalientes con su filosofía y los recursos que emplea con los alumnos: el 94% de los alumnos graduados en esta escuela son admitidos en universidades de prestigio.
Esta reflexión me lleva a nuestro planteamiento inicial y al centro de la cuestión que nos ocupa: la situación de la educación y su correlato con la economía.
Al problema de la economía, subyace el problema de la educación que, a su vez, despliega en su centro una determinada filosofía pedagógica:
La educación de nuestro tiempo, que proviene de la era de la industrialización, destacaba como ideal práctico al obrero especializado. A su servicio, la pedagogía tiene que procurar que se introduzca la especialización lo antes posible, evitar lo superfluo, para así satisfacer el ideal del hombre al servicio de la producción masiva, hombre que queda insertado como ruedecita en el complejo engranaje económico. En este tipo de pedagogía el alumno se convierte en objeto de la enseñanza; el centro de gravedad no es el alumno sino el sistema educativo.
Otras pedagogías, como por ejemplo, la pedagogía Waldorf sitúan en su centro al niño, siendo éste, sujeto del sistema educativo. Esta pedagogía despliega metodologías que permiten, más allá del conocimiento de las materias estrictamente escolares,  desarrollar la identidad propia del niño y que va conquistando a lo largo de su paso por la escuela mediante el apoyo consciente e informado de padres y maestros: primero la evolución de su base corpórea, luego, la incorporación y evolución de los hábitos (que desarrollan su voluntad), posteriormente, la evolución y desarrollo de la ética, para llegar, finalmente, a la conquista de su Identidad/libertad (YO) en todas sus dimensiones.
Semejante educación desarrolla la solidez de un YO (Identidad) que sabe responder al mundo y gestionar autónomamente todas las dimensiones que lo soportan: la voluntad (querer), el sentir y el pensar. El resultado es un ser humano que conquista el auto-apoyo y tiene acceso pleno a sus capacidades y talentos.
Así, hoy día, la pedagogía es resultado de corrientes de intereses que la determinan, las cuales no tienen que ver directamente con la educación holística del ser humano. Incluso los padres, muchos de los cuales no se interesan por el problema y navegan inmersos en las impresiones de la cultura que habitan, “simplemente” mandan a sus hijos a la escuela, solidarizándose tácitamente con el status quo educativo tal y como se ha ido perfilando en los últimos 100 años.
También parece claro que este tipo de pedagogías no fueran de interés para el sistema actual ya que no apuntan –aparentemente- hacia los intereses que lo constituyen, pero, por otra parte,  desarrollan la posibilidad de la conquista artística del ser humano, la capacidad de despertar sus intereses y talentos innatos, en definitiva, la capacidad para explorar y conquistar espacios propios ignotos; la exploración de la sombras más allá de las fronteras de la consciencia que delimitan los estáticos mantras de la cultura que habitamos y nos habita…
Si vivimos tanto fracaso escolar, tanto abandono, tanta desilusión y falta de sentido, ¿por qué no cuestionamos la pedagogía? ¿Por qué no iniciamos los pasos hacia nuestro propio rescate? Apliquemos modelos pedagógicos que permitan a los jóvenes construir su identidad propia, su verdad radical y sin concesiones y que puedan navegar más allá de los límites de la consciencia que impone su entorno, para que encuentren sus potenciales y puedan desplegar toda su capacidad y revertirla en la sociedad de la que forman parte. Desarrollemos la capacidad artística de los jóvenes porque son, precisamente ellos, los artistas, aquellos capaces de atravesar los límites de la cultura y encontrar nuevos paradigmas para la construcción de un nuevo mundo.
Tal vez, algún día, nos demos cuenta que el crecimiento económico tiene mucho que ver con el crecimiento del ser humano…


jueves, 26 de julio de 2012

La llamada de lo salvaje


Sí no sales al bosque, jamás ocurrirá nada
y tu vida jamás empezará…
Clarissa Pinkola Estees


“Esta noche soñé con mi halcón. Viajo en un deportivo rojo. Conduce Eric. Avanzamos a gran velocidad por una carretera comarcal. Es una carretera de montaña. Entonces lo veo. Mi halcón. Reposa sobre el asiento trasero atrapado en una jaula. Atento. Vigilando permanentemente el terreno. Con su presencia intensa sobre el paisaje que busca, incesante, su presa. Me atrae el abismo desnudo de colores en el centro de su mirada. Eric acelera. Ahora veo su cuerpo; espalda gris azulada y  blanquecina, con manchas oscuras. Eric acelera. Ahora veo sus patas. Ahora lo veo... ¡Están partidas! Me despierto de golpe. Tengo miedo.”
Es el relato de una mujer en un período de profundo cambio personal. Una mujer, en cuyos sueños, recurrentemente, aparece un halcón lisiado incapaz de remontar el vuelo. Un halcón abatido, triste, vencido por el infortunio del destino que lo condena a permanecer en tierra. Encarna la metáfora del instinto quebrado de la mujer que acecha en la sombra de día y de noche y llama sin permiso a la puerta de los sueños para despertar y recuperar su vuelo perdido.
El sueño del halcón señala la historia de una mujer hermosa en cuyo relato de vida el tiempo entreteje sutilmente el olvido de sí y entierra su más preciado tesoro: la conexión con su alma de mujer libre; su vasta frondosidad de tierra virgen y de aguas marinas, salvaje, divina, confiada y receptora de lo desconocido  y cuyo centro fundamenta el encuentro de radical certeza para emerger rebosante de intuición y creatividad hacia su propia singularidad, hacia su genuina identidad.

Arquetipos  
 Los arquetipos forman parte de nuestra consciencia colectiva y constituyen una especie de memoria biológica común a todos los seres humanos. Estos “arquetipos” no son entes petrificados, sino formas energéticas que trascienden lo fenomenológico y tienen vida propia,  organizando la vida alrededor de su entidad simbólica. En cierto modo remite a una ontología original que muestra al hombre patrones de vida que lo trascienden y lo condicionan; lo que el hombre hace, ya lo hizo en otros tiempos.
Los arquetipos son, por tanto,  imágenes alimentadas y sostenidas por el inconsciente colectivo a lo largo del tiempo a través de cuentos, mitos y leyendas y describen en profundidad aspectos parciales de nuestro psiquismo. Cuando nos enfrentamos a los arquetipos, literalmente, nos llaman y revelan  imágenes tan poderosas que nos obligan a responder despertando aspectos que hemos relegado en nuestra vida e impiden nuestro  pleno despliegue vital.

La mujer salvaje y el viaje interior
“Cuando las vidas de las mujeres se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la mujer salvaje” (C. P. Esteés)
Linda Jarosch y Anselm Grün describen catorce imágenes (catorce es un número de curación y un número que acoge la esencia de lo femenino, el cambio, la transformación y la metamorfosis)  arquetípicas de la mujer: la juez, la protectora, la amante, la madre, la sacerdotisa, la artista, la guerrera, la sabia, la chamana, la profeta, la forastera, la risueña, la reina y la mujer salvaje. Todas ellas poderosas imágenes que mueven y conmueven aspectos vitales en la mujer.
Hoy en día, el arquetipo de la mujer salvaje desencadena respuestas polarizadas; algunas mujeres quedan fascinadas por esta imagen, otras la rechazan porque sienten que no forma parte de su vida. No obstante, muchas mujeres desean dar entrada a su mujer salvaje;  quieren librarse de ataduras de imágenes y expectativas en las que la sociedad –en muchas ocasiones el hombre, el orden patriarcal- las ha encorsetado condicionando su movimiento auténtico. El arquetipo de la mujer salvaje pone a las mujeres en conexión con una fuerza originaria, con la fuente que fluye en ellas. Es la poderosa fuerza de la naturaleza y que muchas diosas representaban en la antigüedad.
La mujer salvaje tiene que caminar hacia sí misma, tiene que cavar hacia dentro. La mujer salvaje sabe que si no arriesga, su existencia se oscurece y , para ello, no teme adentrarse en la profundidad de su alma porque ya no quiere desterrarse a sí misma y sabe que allí, en su propio fondo,  encuentra las respuestas que necesita; la mejor tierra - tierra de siembra- siempre surca del fondo; y tocar fondo es doloroso; tocar fondo es morir y, a la vez, es encontrar la tierra fértil que nutre la nueva vida… un fondo que es tierra de vida…un fondo que quiere la muerte para volver a la vida. 
“Cuando las mujeres oyen esas palabras, despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo. En lo más hondo de nuestro ser la conocemos, (..) sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.” (C. P. Esteés)

El depredador
Volvamos al sueño: ¿Quién encarceló al halcón? ¿Quién lo mutiló? ¿Quién quebrantó su libertad?
C.P. Estées habla, citando el cuento de Barba Azul como metáfora,  del depredador interno y del depredador externo. Los depredadores son fuerzas (personas, circunstancias, hábitos, estructuras de lenguaje, pensamientos recurrentes, etc.) contrarias al desarrollo de la vida y la naturaleza; impiden el desarrollo,  la armonía y lo salvaje. Es un sarcástico y asesino antagonista cuya misión consiste en convertir encrucijadas, viajes, voluntades, sueños… en  inhóspitos desiertos vaciando el alma de esperanza alguna.
Este poderoso depredador aparece una y otra vez en los sueños de las mujeres  y estalla en el mismo centro de sus planes más trascendentales y significativos. Así despoja a la mujer de su naturaleza instintiva y, una vez consumado su propósito, la deja insensibilizada y sin fuerzas nutritivas para progresar en su vida, sin relato y con sueños rotos,  privada de aliento vital.
Como los lobeznos, las mujeres necesitan una iniciación para que aprendan que los mundos interiores y exteriores no siempre son  lugares seguros y placenteros. Las mujeres necesitan cuestionar para desenmascarar los depredadores que las aniquilan:
¿En dónde piensas que está esa puerta, y qué podría haber al otro lado? ¿Qué hay detrás de lo visible?  ¿Qué hace que esa sombra aparezca en la pared? ¿Qué cosa no es lo que parece? ¿Qué es lo que yo sé en lo profundo de mí que desearía no saber? ¿Qué parte de mí ha sido asesinada o yace moribunda? ¿Cómo hago para ir convirtiendo un sí en un no? ¿Qué me impide caminar? ¿Qué es aquello que me pasa a menudo?  ¿Qué estoy escondiendo de mi mundo que quiere ser expresado?  

Tal y como describe Estées, las mujeres iniciadas necesitan:
1- Aprender a discernir; separar sutilmente una cosa de la otra, con el mejor criterio posible, establecer sutiles distinciones de juicio, y observar el poder del inconsciente.
2 -Aprender algo más acerca de la vida y de la muerte. Tener la capacidad para infundir energía y fortalecer la vida, y también apartarse del camino de lo que va muriendo.

Hacia rutas salvajes
El depredador es la fuente que, revirtiendo su poder, señala el camino:
La rabia del depredador puede convertirse en un fuego del alma para realizar una gran labor en el mundo. Con la astucia del depredador se puede examinar y comprender tomando distancia. La naturaleza asesina del depredador puede usarse para matar aquello que debe morir, convenientemente, en la vida de una mujer, o aquello a  lo que ella debe morir en su vida externa.
Y cuando la mujer atraviesa sus infiernos y vence a sus depredadores recupera plenamente su instinto e intuición, la escucha incondicionada, el corazón leal de la mujer justa, la sabiduría plena de la tierra como conjunción de ideas, sentimientos, impulsos y recuerdos, la protesta a voces contra la injusticia y una resiliencia inquebrantable, la capacidad para seguir adelante y emprender nuevas rutas cuando apenas queda esperanza.  
El viaje de la mujer salvaje es el viaje mítico, el viaje del verdadero Ser, el viaje del renacimiento de la mujer.  
“No podemos controlar quién nos trae al mundo. No podemos influir en la fluidez con que nos educan. No podemos obligar a la cultura a volverse instantáneamente hospitalaria. Pero las buenas noticias son que, aún después de ser heridos, aún en un estado feral, aún incluso en   estado de cautiverio, podemos recuperar nuestras vidas”. (C. P. Esteés)

Vivir es siempre lo que queda por vivir, vivir es urgente… y como hombres, para adentrarnos en el misterio sagrado de la mujer, para unirnos profundamente con ella -entre  cielo y tierra-  y crear un nuevo mundo, necesitamos conocer  la naturaleza y expresión de ese anhelo de la mujer salvaje, el anhelo de su conexión profunda con el universo, y honrar y apoyar sus sueños con arraigo e incondicional presencia.



Picasso, supercomputación y la búsqueda de una Nueva Mirada




"De la crisis no nos sacarán los gobiernos, sino un cambio tecnológico e innovación"
Liaquat Ahamed, historiador y asesor de 'hedge funds'


Con la presentación en sociedad de “Las señoritas de Avignon” de Picasso nace el Cubismo, trazando un nuevo y definitivo  pilar en la concepción de la pintura, traspasando la tradición imperante con el quiebro del último estatuto del  Realismo vigente a principios del siglo XX: la perspectiva.
Se adopta  la llamada «perspectiva múltiple», representando todas las partes de un objeto en un mismo plano; al mismo tiempo y en una única vista se plasman perspectivas  diversas de un mismo objeto representado, evolucionando, en definitiva, de la “representación de lo que se ve” hacia la “representación de lo que se sabe”.

La genialidad de Picasso –influenciado por las esculturas africanas y la pintura de Cézanne- consistió en crear una nueva mirada: transformar la corriente imperante y la expresión al uso, pensar desde otro lugar - con otra lógica- disolviendo el confort estético de una tendencia artística,  quebrando paradigmas existentes.

Hoy en día necesitamos, con urgencia, encontrar nuevas miradas, crear nuevos modelos de negocio para un mundo que ya ha cambiado. Estamos en transición. Necesitamos nuevas miradas para articular las posibilidades del mundo y desarrollar y crear nuevos mercados.

La tecnología, de cierto,  con nuevas propuestas, avanzó imparablemente  en todos los ámbitos de nuestra cotidianeidad y especialmente las tecnologías de la información y la supercomputación con capacidad de realizar billones de operaciones en apenas segundos o fracciones de segundo.


Ahora surge la gran pregunta: ¿para qué sirve toda esa capacidad tecnológica, y dónde encontramos su máximo despliegue?

Para resolver esta pregunta en el contexto de empresa debemos entender  el marco de aplicación de tecnología en los negocios, y que cubre tres grandes ámbitos:


Como dimensión inicial, la tecnología cubre  prestaciones, funciones y servicios específicos. Determina y señala el nivel de supervivencia, donde cada unidad invertida es percibida como coste.

La siguiente dimensión –nivel de proceso-  prestaciones y funciones quedan englobadas en un contexto más amplio contribuyendo a la eficiencia del funcionamiento del conjunto. Determina el nivel de la integración, esto es, el nivel que justifica los procesos integrados para crear sinergias, desarrollar eficiencias y economías de escala.

Y , finalmente, los procesos y las prestaciones y funciones que operan en una empresa se engloban en un marco de actuación. Este marco representa el modelo de negocio. Es el paradigma desde el cual la empresa “piensa” los procesos y demanda prestaciones, funciones y servicios. Esta envolvente determina el sentido último, el propósito de empresa. 


La supercomputación, aplicada a la empresa y los procesos de negocio, tiene su sentido en cada una de estas tres dimensiones pero es, evidentemente, este último nivel  -el cuestionamiento a nivel de paradigma o modelo de negocio- el que despliega su mayor valor ampliando los límites del  propio paradigma empresarial, abriendo puertas que hasta ahora parecían inalcanzables.


El despliegue de la supercomputación alcanzará su máximo valor, cuando las empresas sepan reconocer en la velocidad y la dimensión de la información a procesar, dimensiones inalcanzables por tecnologías anteriores y que abren espacios a nuevos universos de actuación empresarial.

Picasso disponía de capacidad técnica y de genio; análogamente las empresas que adquieran capacidad tecnológica y quieran maximizar su despliegue para liderar sus mercados y desarrollar nuevas oportunidades, requerirán, adicionalmente,  ingenio, esto es, capacidad de innovación para descubrir cómo convertir dimensiones de proceso de información en dimensiones de negocio….porque de la crisis no nos sacarán los gobiernos sino la tecnología y la innovación: ambas.